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Life is Strange: True Colors [REVIEW]

“Seré una chica normal en un pueblo normal”

Bajamos del bus poniendo pie en un pueblo por demás pintoresco, y la primera promesa de Life is Strange: True Colors parece satisfecha: colores y formas conmueven nuestros ojos rasgados. Farolitos, canteros y cercos de madera, pinos y arbustos, mucha piedra. Las aves surcan un cielo recortado por montañas. Flores variopintas se mecen en el limpio aire de altura. La cornamenta de los ciervos refleja su imponencia en el arroyo mientras las despreocupadas criaturas atienden su sed bajo el puente. Picarescas mariposas derrochan aleteos por doquier. Insectos más pequeños polinizan la flora con su recorrido bienaventurado…

Sí, hay abejitas polinizando. Estoy seguro de que voy a chocarme con La Novicia Rebelde dando sus volteretas de un momento a otro.

Gamers, bienvenidos a Haven Springs, Colorado. La última vez que visité Colorado era un Ranger y el paisaje había sufrido un peeling a base de uranio radioactivo (Wasteland 3). Caníbales querían brasearme a fuego lento, y ésta era la alternativa más decorosa. Pero la postal que ahora late alrededor es la antípoda del apocalipsis, un paraíso para tomarme mis atrasadas vacaciones detox tan necesitadas.

Encarnamos a Alex Chen, anteojitos y carita de haber sido votada la mejor amiga del curso más de una vez. Dejamos la adolescencia hace poco, la gran ciudad y la terapia, pero el arroz chaufa sigue siendo nuestra perdición. El objetivo primero es reencontrarnos con nuestro hermano, a quien no vemos hace añares. Si nuestro bro se llamara Jackie Chan hubiera nacido experto de las patadas voladoras, pero no: es Gabe Chen, un humilde mesero del bar local. Igual tiene un aire, qué sé yo…

La verdad es que las calles se ven tan hermosas y el pueblo luce tan grande que tuerzo el camino al azar. El juego enseguida me recuerda que (crack, esto no es un sandbox) mi hermano me está esperando. Vamos en esa dirección, entonces.

De lejos diviso a Gabe buscándome y lo reconozco enseguida: no hay otro tipo con rasgos orientales a lo largo y ancho de Haven Springs. Aquí surge la primera decisión “crítica” de la aventura. ¿Saludo de puño o abrazo? Miro alrededor y no parece haber nadie usando barbijo. ‘Mah sí, «para romper el hielo nada mejor que dar un abracho», dijo amigacho.

Stop. Rewind. ¿A qué estamos jugando?

Life is Strange, o “la vida es rarita”

Esto es Life is Strange: True Colors, la tercera entrega de esta saga de aventuras gráficas motorizadas por las elecciones emocionales, ergo difíciles, sesudas. Y algo más: en cada entrega el personaje de turno posee un don paranormal propio. X-men, pero con onda under.

En el primer LIS encarnamos a Max, una estudiante de fotografía con el poder de rebobinar el tiempo a antojo. Si no lo jugaron, ¿qué están haciendo de sus vidas? ¿Siendo empresarios, acopiando dinero, viajando en yate frente a las mejores playas del mundo? Micos, no desperdicien la existencia así y jueguen a Life is Strange 1 y su precuela Before the Storm. Les dejo esperar hasta principios del año próximo, cuando salen las versiones remastered. De nada.

Nunca podría aconsejar lo mismo sobre Life is Strange 2, en donde durante todo el juego somos “la babysitter” de nuestro hermanito Daniel, que es quién tiene los superpoderes. Con sólo nueve añitos Daniel mueve cosas con la mente, las arroja, y es capaz de crear un torbellino que destruya la habitación del motel donde parás. Una Golden Card no alcanza para pagar los descalabros que hace este cretino durante todo el juego.

Si en una de esas tenían de verdad un yate, súbanse a los botes; el pibe no para de meternos en quilombos. Lástima que no exista la opción de tatuarle el trasero con un empaste de suelas de zapato porque la habría usado a cada rato.

Lo que nos lleva a este Life is Strange: true colors y la buena de Alex Chen. Alex puede ver el aura de la gente, oír sus pensamientos y hasta absorber la mala onda. ¿Por qué no venís para Argentina unos días y nos dejás a todos como un smiley? La chica es tímida pero encantadora, te compra con la sonrisa y sus ojos color avellana, pero esos anteojos Harry Potter no pueden esconder un dejo de tristeza acumulada. Por suerte, todo parece encaminarse de manera excelente a los pocos minutos del juego: nos dan nuestro propio bulo, un ambiente gigante espectacular lleno de tesoros. De hecho, hay una consola, una guitarra, arcades y hasta metegol.

Chicos, es hora de contarles que este juegazo nos permite jugar a los arcades que hay, o sea… Realmente jugamos juegos dentro de juegos. ¿Y el metegol? ¿Se imaginaron alguna vez jugando un campeonato de metegol dentro de un fichín? En Life is Strange, True Colors podrán hacerlo, y les cuento que vuestro humilde redactor Santos ha ganado. Me cebé tanto en el momento, golpeando el teclado como un buen mico, que hasta me olvidé de qué era lo que estaba jugando en realidad.

Y luego vino la parte en que agarré la guitarra y canté Creep, de Radiohead. De nuevo, ¿qué era lo que tenía que hacer? Por suerte podemos acceder a nuestra agenda mobile y repasar las tareas pendientes a gusto. Hay tanto para ver en este juego, para tocar, para auscultar con nuestros poderes (sí, ciertos objetos “cargados de emociones” nos revelarán audios e imágenes que van complementando la historia) que es fácil relegar los objetivos centrales… O no tanto, porque, cuando menos lo esperamos, ¡bam!, el nudo de la trama toca a nuestra puerta.

La bueno dura poco

“Las cosas marchaban relativamente bien hasta que empezaron a marchar relativamente mal”, recita Jorge Pinarello en su canal Te lo resumo. En efecto, un tal Mac irrumpe en un momento de intimidad familiar que estamos teniendo con nuestro reencontrado hermano y los problemas asoman. ¿Defendemos a Gabe o dejamos que le practiquen una rinoplastia a puros nudillos?

En cuestión de segundos se evidencia que no, de Jackie Chan no tiene ni un tío remoto. Ahora les toca a ustedes decidir, pero tengan en cuenta una cosita: quitarle los sentimientos a alguien implica que los vamos a vivenciar nosotros. Quien avisa no traiciona.

Life is Strange: True Colors no tarda en transformarse en un policial de misterio, y Alex Chen se vuelve un poco la detective Nancy Drew empleando su súper-poder como si fuera una lupa. Una sombra oscura se cierne sobre el pueblo, pero en el cielo no hay nubes de tormenta. Las aves se tiñen de cuervos, mirlos, cornejas. La tragedia asesta, la trama se espesa. Algo huele muy mal y no es lo que pueda haber al fondo de mi heladera.

Haven entierra un secreto terrible, y la gente está dispuesta a mentir para ocultarlo. La felicidad inicial se nos ríe ahora en la cara, y es la sonrisa sin labios de la muerte… Disculpen, acabo de recibir una llamada de Netflix donde me ofrecieron guionar una serie de Stephen King. No, mentira, era una llamada con la voz grabada del candidato de turno. Me pegué un susto de muerte.

Paroxismo Fetichista

Misterio más, misterio menos, este juego es el sueño húmedo del fetichista. Lo cierto es que no podemos perder de eje que la gracia está en interactuar. Interactuamos con los habitantes de Haven Springs, ya sea hablando o leyendo sus pensamientos. El fichín hasta nos permite alterar su destino a lo largo de sus cinco capítulos (en este LIS liberados en un único paquete, por fin).

¿Una foto en la pared? Podemos verla, a veces sentirla. ¿Un sofá, un asiento? Podemos sentarnos y tener un momento “zen” (suena música, la cámara va alternando bellamente en las situaciones y objetos del entorno). Es posible ordenar nuestro bulo, dibujar, pasear por ahí, hacer preguntas, entrometernos.

¿A un vecino se le escapó el perro? ¡Ayudémoslo a buscar a su Cachirulo! Otro habitante es fanático del avistamiento de aves. ¿Por casualidad no habremos visto al petirrojo copete de nieve de la rara especie africana? ¿O por qué no mejor relevamos un toque a Gabe y probamos el oficio de ser mozo? Ojo, presten atención a los pedidos: el tipo dijo “la quiero con mayonesa, sin kétchup y con mostaza”. Ah, y levanten las botellas vacías, ya que están. No vaya a ser que Mac, ahí al fondo, se le ocurra vengarse a vidrio pelado.

Otras pérdidas de tiempo tareas son la jardinería, escuchar discos de música (las canciones y grupos alternativos, chapeau), y hasta uno de mis momentos favoritos por lejos en el fichín: jugar LARP; para los que no lo saben, se trata de RPG en vivo. Nos vestimos de nuestro elfo favorito y salimos a la calle a rolear con otros loquitos como nosotros. Me guardé este momento para comentarles que Alex, gracias a su poder especial, puede literalmente ver el mundo como lo capta un tercero. ¿Qué pasa cuando jugamos este rol acompañados de un niño con todo su poder de fantasía intacto? Prepárense en serio para el momento más épico de LIS:TC.

Motor gráfico

Debajo del capó de LIS:TC tenemos un ronroneante Unreal Engine 4 con soporte de trazado de rayos para las placas de video y consolas afines. La exuberancia está garantizada, aunque pueda palidecer un poco frente a los colosos next-gen de hoy. No obstante, y habiendo jugado las entregas anteriores, se aprecia un tremendo salto en cuanto a gestos y gesticulaciones de los personajes. Dicen que el diablo está en los detalles, y acá mete la cola en cada almita de la historia. Fruncidas de ceño, sonrisas vitales, sonrisas vacías, sonrisas picarescas de un solo lado; expresiones de dudas, balbuceos, ráfagas de excitación, lapsos de furia; manejo de la altura de los párpados, del ángulo del cuello, del camino de las lágrimas.

Es la primera vez que advierto a un NPC apretar los labios agolpando las palabras mientras mi personaje es quién habla. También noté ocasiones en que abrían la boca y volvían a cerrarla buscando los vocablos correctos. Es impresionante observar esto sabiendo que scriptearlo para cada diálogo debe añorar luego una buena estadía en Marte rodeados de rocas y silencio. Inexpresividad, para bajar.

Mientras, la iluminación del pueblo y del interior de habitaciones y locales comerciales es una exquisitez. Da placer sencillamente andar por ahí, prestando atención a este curado diorama de colores y sombras. Los reflejos sobre los anteojos, el brillo de una lámpara de aceite en medio de la noche, los strings de lamparillas de baja intensidad que cuelgan sobre nuestras cabezas, las ventanitas encendidas a la distancia. Casi estoy haciendo las valijas.

Life is Strange Big Finale

Este género de juegos, como sabemos todos los que los hemos jugado, tienen un pequeño/gran problema: ¿cómo hacer que todas las decisiones que fuimos tomando se reflejen en el desenlace? Mejor dicho, ¿cómo tunear el final para demostrar que nuestra voluntad importa sin gastar millones de dólares en decenas de consecuencias alternativas? ¿En dónde está ahora ese vecino al que le ayudé a encontrar su perrito? ¡Mal agradecido!

Life is Strange: True Colors peca de eso que ya conocemos. El final tiene una velocidad mayor a la que veníamos jugando. Los capítulos comienzan largos y se van acortando. No te habías terminado la birra pero te apagan las luces y echan llave al baño. Auch.

Hay algo que me pareció poco utilizado hacia el final. Una alternativa impensada a nuestros poderes, de hecho aplaudible pero que dejó gusto a “quiero usarla más”. Ustedes me dirán.

Resumiendo, el juego en su epílogo nos permite tomar unas últimas decisiones, y lo cierto es que éste será el desenlace que realmente cuente. A sabiendas. Blanco o negro. Lo mismo habrá sucedido en cuanto a nuestras elecciones románticas (sí, las hay). ¿Queremos estar con une chique o con une chique? Ah, ¿vieron qué hermético se vuelve todo cuando nos alejamos demasiado de Borges?

Conclusión

A los bifes: es un juegazo, el mejor desarrollado por lejos de la saga. Tiene mil cosas para distraerse, el pueblo es lo suficientemente grande como para no recordar tan fácilmente cada locación, y hay detalles bellísimos, realistas por todos lados. Sí, de golpe algunos objetos que deberían ser cilíndricos parecen tuercas, pero me guardé de contar muchas proezas de creatividad que esperan sorprenderlos.

El poder de Alex está bien implementado y funciona en muchas dimensiones. Hay cosillas ocultas para los típicos “logros”. Dialogar con la gente es divertido, sobre todo cuando le acabamos de leer la mente. Si buscan una historia de misterio, emociones y originalidad, con excelentes voces, música y sonidos (por favor, usen auriculares), éste es el juego. A pesar de su final acelerado, el recorrido va a dejarles huellas de colores reales. Preparen sus pinceles. [i]


DESARROLLADO POR: Deck Nine
DISTRIBUIDO POR: Square Enix
GÉNERO: Aventura gráfica
DISPONIBLE EN: Windows, PS4, PS5, Xbox Series X, Xbox One.

QUÉ ONDA: una aventura gráfica sin gestión de inventario pero con alta gestión de nuestra sensibilidad.
LO BUENO: diseño de entornos, personajes, historias principal y secundarias. Sorpresas muy divertidas. Minijuegos. Actuaciones y voces. Misterio. LARP. Encontrar un perrito.
LO MALO: los capítulos se van volviendo más cortos, y el final prácticamente se estrangula. Más que ver el resultado de nuestras acciones terminamos decidiendo el final en el final. Puede ser algo positivo para muchos.

Este análisis de Life is Strange: True Colors fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

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