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[REVIEW] Hitman: Episode 1

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¡Péguenle que no es Giordano!

Se supone que soy el más implacable, que no tengo emociones y que nada puede detenerme. Bueno, casi nada. No es bueno jugar al asesino después de una cena pesada y un venenoso vino rosado. Soy el Agente 47 y estoy ebrio chocando por los pasillos de entrenamiento, mientras intento por tercera noche consecutiva terminarlo con éxito. Soy el Agente 47, pero doy menos respeto que un caniche toy.

La vuelta del dolape más jodido

Square Enix nos invita a ponernos nuevamente la corbata del Agente 47. La historia arranca 20 años antes, cuando nuestro héroe comienza sus entrenamientos para convertirse en Hitman. Por aquel entonces ya era un cabeza de rodilla y no tenía un pelo de zonzo. Se perfilaba como un tipo sin remordimientos, implacable. Sus superiores discutían sobre su efectividad. Sin conciencia a la hora de apretar el gatillo, podía ser una gran adquisición o el peor dolor de cabeza.

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Durante esta etapa tomamos el control de este trainee de asesino, intentando resolver dos misiones que sirven como introducción a la historia y al mismo tiempo de tutorial. Aquí aprendemos los primeros movimientos, como escondernos, atacar y esconder los cuerpos para no levantar sospechas. Porque de eso se trata Hitman, de acechar y cumplir con la misión sin llamar la atención o ser detectado, evitando lastimar a inocentes y resolviendo la situación como sea.

La primer misión es sencilla, nos van diciendo exactamente lo que tenemos que hacer y todo es tan simple como robarle un paquete de golosinas a un niño. Susan, la entrenadora, nos hace repetir la misión, pero esta vez buscando otra manera de resolverla. Es inevitable apegarse al método que sabemos que funciona, pero al alterarlo en lo más mínimo, todo puede convertirse en un infierno.

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Si logramos resolver esto con éxito, el director Eric Soders nos obliga a efectuar una misión imposible para hacernos fracasar, porque siente que el Agente 47 es demasiado peligroso. Susan, sin embargo, nos da una ayuda extra durante la misión, para lograr que entremos al programa de asesinos. Ella confía ciegamente en nuestros dotes y está convencida de que haremos un gran trabajo.

20 años después (posterior a los hechos de Hitman: Absolution) estamos en un desfile en Paris, tratando de cumplir con una misión verdadera. Nuestro objetivo es liquidar a Viktor Novikov y Dalia Margolis. Ellos pertenecen a una organización que planea revelar la identidad de espías del MI6. Ahí es donde entramos nosotros. Mientras recorremos el lugar para buscar distintas alternativas con las que cumplir con nuestra tarea, todo nos recuerda a aquel diseñador de modas que a punto de recibir una golpiza gritó: “no me peguen, soy Giordano”. Si Hitman lo agarraba, lo fajaba dos veces. Una por ser Giordano y la otra, por las dudas.

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