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[REVIEW] Super Street Fighter IV

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Tiempo había pasado desde mi último reporte en [i]. El óxido amenazaba con tomar mi Xbox 360. Podía olerlo, estaba en el aire, esperando que algún distraído le hiciera un puente metálico que le permitiera dar el salto de tres metros que separan la celosía añosa de mi makinor.

La presentación ya aceleraba mis nervios y abría los eczemas de mis canosas manos. Mi sed de sangre se incrementaba. Nuevamente, el arte “sketch” demostraba lo bien que sienta en la estética de Street Fighter. Las batallas épicas se sucedían al compás frenético de una música marchosa muy motivadora, casi como aquellas que solían escucharse cuando Rolo y Moki hacían clases de step con el Audition.

Las danzas marciales entre los nuevos personajes siguen su curso. Las pechugonas nuevas luchadoras van entrando en escena. La pantalla se llena de sensualidad y líneas curvas con tintes colorinches que llevan al éxtasis a cualquiera. En ese momento, me sentí como Macko y Rincewind a la salida de una preparatoria japonesa. La sexy Ibuki mostraba sus habilidades, sólo para ser seguida por una Chun Li arrasadora, quien era observada cautelosamente por la codiciada Cammy, protagonista de los sueños más mórbidos del primero de los mikos en cuestión. Segundos después, el opening había terminado. Ya presentía que iba a necesitar un cambio de calzones.

 

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Los mikos menos atentos podrán decir que Super Street Fighter IV es sólo el mismo juego que el anterior pero con un “súper” adelante. Una pizza recalentada en el microondas de la rotisería más sucia del microcentro porteño. Otros podrán argumentar que los mikos que opinan eso, sólo sufren las consecuencias de sentirse identificados en el grupo de las elfas nocturnas. ¿Quién saldrá victorioso?

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