Coberturas

Una vuelta por Fancomix

Con solo entrar a Fancomix, el primer día de su inauguración, me pregunté: ¿Cómo demonios alguien había puesto tanta guita en publicitar tan mediocre representación de la cultura del entretenimiento freak? Demonios, hacía tanto frío que no estaba dispuesto a ser misericordioso. La implacable visión de los Irrompibles en una exposición que se rompe.

Para comenzar, el emplazamiento (Costa Salguero) está tan a trasmano que me tuve que tomar dos colectivos para llegar. Y hacía mucho, pero mucho frío (y no me había puesto medias). Pero bueno, guía Lumi de por medio, allí estaba yo, en la puerta de la tan publicitada exposición. Gente había poca; stands armados, menos. Las "atracciones" eran las clásicas en eventos como este: las comiquerías de siempre con sus cómics de siempre, algún stand promocionando sus productos (como por ejemplo el Instituto FX y un sistema bien barato de ADSL solo para consorcios) y alguna que otra pelotudez.
Estaba el auto de James Bond (trucho), algunos muñecos de tamaño real de ciencia ficción varia y un salón de fichines (que tenía todos títulos viejos) que te cobraba la ficha como si fuese de oro.
Había originales de historietas argentinas y un escenario donde desfilaban los otakus disfrazados y tocaban bandas como Lepprechaum. Ediciones Demente tenía un sector (sin calefacción) para jugar Mitos y Leyendas, Pokémon y Magic: The Gathering.

Después estaba el sector de stands baratos. Lo mejor de la exposición, si me preguntan. Allí había artesanos mostrando sus creaciones, los flacos del club de fans de X-Files, artistas pintando caras, estaban los trompos esos que tan de moda están ahora y unos darkies promocionando su inminente club de rol. Ah, me olvidaba, también había una sala de exhibición donde pasaban animes y cosas locas no tan locas. O sea, ¿cuántas veces más vamos a tener que ver Upa en apuros?

Bah, lo de siempre, y con mucho frío. Las comiquerías no ofrecían una puta oferta y había un stand que vendía de esos libros de saldo, que se consiguen en la calle Corrientes, por el triple de su valor… Che, estamos pagando siete pesos la entrada, ¡al menos queremos alguna ofertilla!

Lo único rescatable fueron los cuatro libros de Conan que conseguí, a seis pesos cada uno. Chocho con la oferta, voy y le pregunto al chabón que atendía a cuánto lo vendían en el local.
"Seis pesos", me respondió. (!?)

Como sea, recordemos que, por siete pesos, nos alquilamos, al menos, dos películas porno.
 

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