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Cleónidas Piscine Molitor Patel I, perico de combate lvl 12

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Cleo es pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Pero es verde, gris, blanco, naranja y azul, según dónde uno lo mire. Es, en términos científicos, una cotorra argentina o myiopsitta monachus, también llamada cotorra monje, propia de Sudamérica. No es un perico cualquiera, sino un poderoso cotorro de guerra level 12. Paso a explicar por qué.

A medida que Cleónidas, Cleo para los amigos, va creciendo, se revela como un ser asombroso, que a veces nos ha hecho reír y otras veces lo contrario. Tiene una personalidad muy definida, y la posibilidad de entendernos hablando lo hace todavía más especial. Esto nos hace preguntarnos, en mi casa, en qué punto hemos perdido la noción de cómo son estos animales y de cómo relacionarnos con ellos.

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Cleo llegó a mi familia por casualidad. Nos pidieron tener unos días a dos pichoncitos, pero como mi hija se encariñó, le dejaron uno. ¡Cacho de personaje resultó ser!

A continuación, las leveleadas de Cleo

Level 1: Es arrancado de su nido siendo un pichoncito por algún traficante inescrupuloso, y entregado apenas vivo a su actual familia. Nos hacemos cargo espontáneamente.

Level 2: Está flacucho y no abre los ojos. Es un manojito de plumas ralas y no le auguramos mucho tiempo de vida. Descubrimos que tiene un pelo humano enredado en la patita. Lo tiene desde que lo trajeron, y a medida que fue creciendo, el cabello se ajustó cada vez más, comenzando a cortarlo. Se lo sacamos, pero Cleo una semana después pierde el dedo. Sin embargo, sobrevive y mejora rápidamente.

Level 3: Al diminuto Cleo le fascina morder todo lo que se cruce por delante. No lo tenemos en la jaula, por lo que camina patichueco por toda la casa. Cuando mordisquea un cable de netbook recibe una descarga eléctrica. Y luego otra. Nuevamente, el pequeño corazón resiste y nuestro hijo verde logra sobrevivir.

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Level 4: Cleo pronuncia las primeras palabras y parece entender lo que le decimos. Le gusta almorzar con la familia y aprende a “sacar el culito” para hacer popó. “¡Sacá el culito!”, repite cuando se olvida y hace macana. A medida que pasan los meses, aprende más y más. Su frase favorita es, con claridad, “¡Besito de ametralladora!”

Level 5: Cleo ya casi tiene un año. Su jaula suele estar en la ventana, en el piso nueve de nuestro edificio. Acudimos al escucharlo chillar con desesperación. Cuando aparecemos en el living, Cleo está arrinconado gritando desconsolado mientras un aguilucho patea y golpea la jaula. Es un animal grande, las alas por poco tiran la jaula. El aguilucho se espanta al ver a la familia. Cleo está aterrorizado, el corazón le late a diez mil por hora. Pero sobrevive tras besarlo y apachucharlo un par de horas. No habla durante una semana.

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Level 6: El cotorrito aprende a bañarse solo. De hecho, cada “tres días” (dice él) pide para bañarse, sobre todo si lo acusamos de sucio y cochino. Se baña en un pequeño Tupper, que cada vez le queda más chico. Primero mete una pata, luego el pico, otra pata, y si el agua le gusta se mete entero a mojarse la panza y sacudir las alas.

Level 7: Nuestro perico ya es más grande y sigue suelto por la casa la mayor parte del día. Tiene un ala cortada, para que no pueda volar. Pero se las arregla para treparse a la reja de la ventana, y desde allí el mundo es irresistible. Se lanza a aletear. Le gritamos y el sonido de nuestras voces lo hace girar como para volver, pero no puede. Cae al estacionamiento del edificio contiguo, nueve pisos más abajo. Corremos desesperados, pedimos permiso a la encargada, entramos al estacionamiento y allí está Cleo, quietito, vivo, agitado. ¡Sobrevivió!

Level 8: Cleo parece golpear fuerte con el pico el vidrio de la ventana. Se pasa las mañanas y tardes en su jaula, mirando hacia el exterior. Durante varios días, escuchamos el golpe, y lo retamos. Pero un día el golpe es demasiado fuerte y, cuando asomamos, el vidrio presenta un agujero. Con estupor pensamos en una bala, lo confirmamos minutos después al encontrar el proyectil. Es un balín de un rifle de aire comprimido o similar. Cleo no producía los golpes en el vidrio, sino que llevaba días, tal vez semanas, salvándose por milagro de recibir un disparo. Los días posteriores Cleo los pasa escudado tras un cartón, que descubrimos insuficiente: hay dos balines clavados en el escudo, y el colmo: uno metido en el cielorraso. ¿Los disparos proceden de un piso más bajo, pero de cuál de los edificios vecinos? La denuncia en la Policía no sirve de nada. Vigilar las múltiples ventanas tampoco. Desde entonces, Cleónidas no vuelve a estar en la ventana. Mucha, mucha indignación. Tenemos un vidrio agujereado, el techo agujereado, pero sobre todo temor. El francotirador no dispara a los humanos de la casa.

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Level 9: Sabe contar hasta cuatro. Y puede responder varias preguntas. A la mañana da los buenos días, pregunta cómo estás y llama a los chicos por su nombre: “¡Jeritooo!”. A mi vieja ya no le dice mamá, sino “Quechaché”, derivado del “Qué hacés” que le dice ella. Por las tardes, a la hora de la siesta, se pone a practicar cuanta palabra conoce. Habla tanto que lo hacemos callar. “¡Shhh, callate!”, se dice a sí mismo cuando sabe que está haciendo demasiada bulla. Pero sigue. “¡Pobrecito bebé!”. A mi vieja la rebautiza “Quecha”. Odia que lo encierren en “la cusa”, nombre de lo que en casa llamamos “la cueva”, donde guardamos los trastos y a veces la jaula con todo y perico.

Level 10: Cleo cumple dos años. Puede decir alrededor de 40 palabras, repetirlas perfectamente en contexto, y hasta combina frases con efectos hilarantes (“dame un besito” y “sacá el culito” pueden volverse, si está enojado, en un ofendidísimo “¡besame el culito!”). En la familia decimos que es muy extraño tener una mascota que habla. Si uno está por salir ya se da cuenta y pide “¿Me llevás?” y sabe recordar al viajero que no olvide la llave. El perico tiene una personalidad definida y no se parece a ningún animal con el que hayamos convivido en otros tiempos. Le gusta el dulce de leche: “¡Qué rico!” dice, con mayor énfasis cuanto más rico le parece.

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Level 11: Está en celo. Ya es adulto (o eso pensamos) y tiende a atacar a los varones de la familia, mientras que con las mujeres es pura dulzura, se deja agarrar y tratar como un peluche. “¡Dejame de joder!”, grita si lo molestamos demasiado. Intenta aparearse con la mano de Zoe, momento en que se infla hasta quedar como un globo de plumas. Es desagradable y se lo decimos, pero no le importa.

Level 12: Está enamorado, o eso parece, de Cecilia, a quien bautizó “Sowie”, suponemos que porque no puede pronunciar bien. “¡Sowie, acá mirá!”, le exige. Juntos pasan horas jugando, cantando y bailando. Estar enamorau es, bueno, subir de nivel, ¿que no?

Estos loritos viven hasta 30 años, dicen. No sé si será tanto, pero en mi casa nos cambió la vida. Ahora es un perico de batalla lvl 12, tiene su propia página de Facebook y su cuenta de Twitter y si el destino quiere, nos va a acompañar -y vamos a acompañarlo- todo lo que podamos. No podemos soltarlo, aunque a menudo lo conversamos. No sabemos si sobreviría solito allá afuera, en la terrible ciudad. Y estamos encariñados. Como él mismo dice, es “un buen muchacho”. [i]

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Fotos: Alejandro Ahuerma
Ataque a Buenos Aires: Jessica Argarate

 

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